sábado, 14 de agosto de 2010

CONFERENCIA Dr.ANDRES HERNANDEZ

HIPERVINCULOS

Dr. ALVARO HERNAN MEJIA MEJIA
Informática Jurídica UCC
http://institucionesjuridicasromandas.blogspot.com/

Ing. CLAUDIA LILIANA BEDOYA A.
http://teoriadelainvestigacionucc.blogspot.com/

PAGINA DE LA RAMA JUDICIAL COLOMBIA
http://www.ramajudicial.gov.co/

HONORABLE CORTE CONSTITUCIONAL -CONSULTE SENTENCIAS-
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria

EL FANTASMA DEL NARCOTRAFICO EN LA POLITICA COLOMBIANA

Cuando hablamos de narcotráfico, estamos describiendo a organizaciones de tipo mafioso, que hace referencia a grupos que producen acumulación y riqueza a partir de la producción de drogas alucinógenas, como la marihuana, la cocaína y sus derivados, entre otras; estas estructuras manejan el mismo esquema de la economía legal en sus empresas ilegales.

La mafia del narcotráfico en Colombia tuvo sus etapas; una de ellas se dio para los años 70, inicios de la marihuana, desarrollándose a nivel regional y sin alcanzar al interior del país. Posteriormente llega una etapa en la década de los 80, cuando llegó la fiebre de la cocaína, una industria que originaba más ganancias en relación con su volumen en comparación con los cultivos de cánnabis sativa. Se establece en nuestros campos la producción y el procesamiento de la hoja de coca, y se da inicio a la comercialización y envió de la producción a los Estados Unidos de Norte América.

Se dice que para que un grupo u organización “mafiosa” sea reconocida como tal, debe gozar de unos agentes importantes en la sociedad, como son: a) Tener voceros políticos, b) Sus miembros no deben poseer antecedentes penales, ni levantar sospechas de sus actividades, c) Que el patrimonio sea Legalizado y d) Manejar niveles de violencia en cero. Así empieza las principales empresas u organizaciones mafiosas de nuestro país, como lo fueron en su época: La de Pablo Escobar, hombre de clase baja; Gonzalo Rodríguez Gacha, campesino pobre; Carlos Lehder Rivas, propietario de un periódico “Quindío Libre”, donde él era su editor y tuvo un partido político “Movimiento Cívico-Latino Nacional”; y Los hermanos Rodríguez Orejuela, hombres dedicados al comercio por tradición; José Santa Cruz Londoño, “don Chepe” empresario; entre otros.

Empiezan a florecer las empresas criminales del país, las cuales eran unas de la más grandes del mundo, poderosa y terrorista de la historia de nuestra nación: Carlos Lehder Rivas, propietario del periódico “Quindío Libre”, donde él era su editor y partido político “Movimiento Cívico-Latino Nacional”, hombre capaz de desafiar los poderes de la burguesía en Colombia; y su socio Pablo Escobar, que llego a ser representante a la cámara -suplente-; nuestra Constitución de 1991 sufrió enmiendas implícitamente, dictadas por este Narco-político “que se opuso a la extradición”.

La política de Escobar fue, el Robin Hood criollo: haciendo daño, pero compartiendo con los pobres, se convirtió en toda una leyenda para su pueblo. Negoció su entrega, pero prácticamente le impuso al Estado Colombiano la construcción de una cárcel en Envigado- Antioquia, donde ayudo al diseñarla y a construirla, utilizando el poder económico de su organización criminal. Utilizó “Voceros Políticos” de su empresa criminal, para obtener unas penas leves y la no extradición, con el beneplácito del Estado colombiano.

La empresa criminal del señor Gonzalo Rodríguez Gacha, debido a los problemas personales con la guerrilla, la creación y financió los grupos paramilitares, considerados el “sicariato” del campo. “Legaliza su patrimonio” con el Manejo de 77 empresas agroindustriales, ganaderas, constructoras y de inversiones en equipos de fútbol de nuestro país. Y el excéntrico y reconocido “alias el Alemán” Carlos Lehder Rivas, quien era el enlace clave entre los narcos y Políticos, en la época del Movimiento “Latino Nacional”.

La mezcla, revanchismo social y la ayuda a los necesitados, crea la una empresa encargada de “Legalizar el patrimonio”, “Drogas La Rebaja” en el Valle del Cauca, de propiedad de los hermanos Rodríguez Orejuela; estos consideraban, que vendiendo medicamentos económicos, podían ayudar al pueblo; producían las medicinas con licencias norteamericana y de otros países, y las distribuían a bajo precio en todo el territorio nacional.

Planificada, estructurada y conformada así la distinta empresa criminales del narcotráfico; se daría inicio a la infiltración de las más importantes entidades del Estado en nuestro País. Podremos así entender y analizar, por qué el Narcotráfico incursiono en la política colombiana. Los narcos se convirtieron en organizaciones poderosas, gracias a las increíbles utilidades derivadas del ilícito negocio de las drogas, los cuales se debían legalizar sus jugosos rendimientos, obligados al aporte de grandes capitales a una débil y desquebrajada economía como la nuestra.

El poder es el pilar de las grandes economías de nuestro pueblo, y sustentada por unos cuantos en el país, debido a esto, estas organizaciones asumen el control social y el poder político, porque sólo estaban a un paso o peldaño de ostentarlo, como lo refiere el popular y reconocido adagio que dice: “Por la plata baila el perro” o mas bien “Por la plata baila el político”. El imperio que posee el narcotráfico en las decisiones políticas tomadas por nuestros representantes políticos, y los cuales son elegidos bajo una aparente democracia (Presidentes, Congresistas, Asambleas Departamentales, Alcaldes, Concejales y demás dirigentes), se encuentran impregnados por el fantasma de las empresas mafiosas, que produjo el cruce del narco y político, arrojando un hibrido conocido como “El Narcopolítico”.

El narcopolítico permite el flujo en la vida política colombiana, trastorna los hábitos sociales y políticos de los ciudadanos, y anegó la economía de nuestro país de dólares provenientes del ilícito negocio; dichas empresas criminales han transbordado al Congreso de la República, como lo hizo el cartel de Medellín y el más osado cartel de Cali, que lograrón imponer a un presidente, desengranar a la nación en una progresiva descomposición social durante todos estos años; avivan el desplazamiento de personas vinculadas al narcotráfico; la droga maldita, ha incrementado el poder bélico de las Farc, quienes han aumentando sus finanzas con dineros de las drogas y el consecuente fortalecimiento de su denominado poder político “Farcpolítica” o porque no, otro nuevo hibrido, “La Narco-farc-política”.

Todos estos acontecimientos de nuestra historia, finalmente nos condujo a los recientes y abominables “Elecciones de 2010”, (Senado y Cámara), que como reza otro de los populares adagios “Cuando el río suena, piedras lleva”, no solamente en el valle elegimos unos representantes, quiénes ganaron su curul al Congreso, y que tristemente seguimos optando por los herederos de la narco-política; rupturas, alianzas y las nuevas generaciones en nuestro Departamento, escogieron el camino de recibir dinero de estas organizaciones para alcanzar el poder, poder que no les pertenece y el cual ostenta y seguirá en manos de la empresas mafiosas del país.

No podemos seguir permitiendo que el fantasma del narcotráfico cultive en nuestros corazones el flagelo de la droga, hay que erradicarlo de la política colombiana, por que como lo contempla nuestra Constitución Política, los ciudadanos somos los que elegimos a nuestros representantes y gobernantes; el pueblo sustenta el poder y no los herederos de la narcopolítica. Se acercan más elecciones, vamos a las urnas, depositemos nuestros votos, pero votos no para los herederos de narcopolíticos, ni votos por mercados o por dinero, votos para los verdaderos representantes, que generen fuentes de empleo en la región, que luche por una igualdad social, porque alguien dijo un día “El trabajo dignifica al hombre”.

Con lo que expreso aquí, no busco desmantelar empresas criminales, ni lanzar acusaciones contra dirigentes políticos de la región, lo que examino es crear conciencia social y la importancia en la toma de nuestras decisiones, en el momento de elegir los dirigentes políticos, por que el poder lo tenemos nosotros, el pueblo y no los dineros ilícitos derivados de actividades ilícitas no contempladas por la Ley; nosotros decidimos a quien elegimos y por quién votar. Ya no más, el costo que estamos pagando por vender nuestra conciencias es demasiado alto (Desempleo, corrupción, más impuestos y menos obras y mucha más desigualdad social). Recordemos el poder está en nuestras manos “Recae en El Pueblo”, hagamos sentir nuestro poder cuando vamos a elegir a nuestros representantes.



ROBER MOSQUERA DUQUE

IV SEMESTRE DE DERECHO SEDE CARTAGO

UNIVERSIDAD COOPERATIVA DE COLOMBIA